miércoles, 6 de julio de 2011

Inauguración, Tomás Idao Gesel

El techo de la iglesia es de pino. El olor a barniz sofoca a los fieles. Cuesta imaginar que la cúpula soportará los vientos. El lugar carece de pinturas y de símbolos, exceptuando una cruz diminuta. En el altar un cura le quita el envoltorio de nylon a la Biblia. Todo sigue el mismo estilo, la Biblia es pequeña, de tapas negras, con una crucecita dorada en el ángulo superior derecho y otra en el lomo. El cura que se prepara para la misa inaugural es un suplente, el encargado de la misa inaugural está enfermo, dicen. El suplente no pasa los cuarenta años, es de tez lechosa y pelo negro lacio: toda su fisonomía corresponde a la de un cura medio. Está vestido con una túnica blanca, sin detalles. Le transpiran las manos y el rostro, igual que a todos en la iglesia. El cuchicheo acerca de la falta de ventilación es constante. El color negro predomina en las vestimentas del público. El cura alza la mano haciendo una señal de la cruz, el publico enmudece de golpe, el coro (formado por tres niños de menos de diez años) canturrea: ¡Alabado el señor!, estirando la o de señor por unos tres segundos.

El cabello de la joven es rubio, las manos que lo peinan son grandes, pálidas, lejanas a todo esfuerzo. El sucucho no sobrepasa los cuatro metros cuadrados. El calor es demencial, las velas arden alrededor del espejo, no hay ventanas. Una de las paredes, opuesta al espejo, es un telón de terciopelo. La joven está sentada en una silla de madera frente al espejo.

¡Alabado sea el señor!. El cura silencia al coro con una señal y con otra le indica a uno del los tres niños que toque la flauta. El niño saca una flauta dulce y toca la melodía, que acaso sea una sola nota aguda, o dos. El cura recita dos o tres minutos en inexacto latín, frenando y corrigiendo las palabras, pidiendo disculpas. El niño guarda la flauta, los tres gritan: ¡Alabado el señor! El cura hace un impasse con los dedos entrelazados y la mirada al piso, después comienza: Estamos aquí reunidos en santa misa...

La joven trata inútilmente de moverse, las cuerdas le queman las manos y los tobillos. Alza la cabeza. En el espejo ve su cara transpirada, iluminada por las velas, y una mano blanca pasándole un peine con suavidad, sus ojos encandilados no pueden enfocar.

...porque así como Dios creo la luz y la oscuridad, la tierra y los mares, los vegetales y los animales...

Las manos blancas acarician el cuello transpirado, la joven las ve como dos objetos independientes. Las manos blancas le toman de forma pudorosa los senos.

.....el hombre y después la mujer.....

Las manos blancas desatan con precaución las cuerdas, el cuerpo pesado la inmoviliza.

¡Alabado el señor! Así nosotros en nombre de dios, y siguiendo con el mandato de Jesús el Cristo, inauguramos este templo, para honrar a Dios...

La joven inútilmente se resiste, las manos le quitan fácilmente la ropa.

...siguiendo las costumbres de la santa misa. El cura hace una señal a los tres chicos, que empiezan a cantar el aleluya. Los fieles se levantan y cantan, con fanatismo, pese al calor.

A pocos centímetros del espejo, sólo logra enfocar sus propios ojos llorosos.

¡a-le luya-a mi seño-o-or!

Siente un objeto frio, áspero: son dos dedos enfurecidos. Después, el sujeto la toma del cabello y la estampa contra el espejo. La joven mira una última vez el espejo, chorreado de sangre, y en uno de los pedazos ve la mano blanca, saliendo de una manga ancha. El sujeto la estrangula, y después la apuñala con una tijera.

¡Aleluya, aleluya! ¡Aleluya, aleluya! ¡a-le luya-a mi seño-o-or! El cura suplente canturrea, y estira la mano para poder ver el reloj de pulsera. El público se sienta silencioso, satisfecho. Se persigna siete veces. Hace un gesto imperceptible con la zurda. El terciopelo detrás del altar se abre en dos por medio de unas cuerditas doradas. El cura principal sale con la joven en brazos chorreando sangre, y la deposita sobre la Biblia. El suplente mira el reloj: once en punto. Lo felicita. ¡Amén!. El público se pone de pie con los ojos llorosos. Los aplausos se extienden por más de diez minutos.

7 comentarios:

  1. uh man publico un articulo y no recibo ni siquiera criticas negativas, nomas 3 "uff" al menos que alguno me diga que es una cagada o que me expliquen que mierda significa uff.

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  2. está bueno lo de las manos anónimas.

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  3. A mi me gustó!! Muy interesante el formato en el que lo escribiste. Imprime suspenso al relato!!
    Saludos,
    Vane.

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  4. "uffff": "me calenté", "qué terrible", etc.

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