martes, 31 de mayo de 2011

El tramposo, Emme Bonsens

Aquel hombre era un vecino del edificio, siempre la encontraba en el palier, la miraba como si quisiera arrancarle la ropa con los ojos… A ella esa insinuación le resultaba indiferente. Lo había visto con esa mujer seria, la misma que tenía aires de mandona y aquellas típicas arrugas de los treinta y pico acentuadas por sus repetidas quejas y enojos; a simple vista la pareja dejaba fluir su malhumor, dejando al desnudo una celotipia fuerte.
La mujer que deseaba era atractiva, diría hermosa; desplegaba algo que generaba en los otros, posiblemente un imán y, sin más, cualquier hombre querría estar con ella.

Una noche cualquiera, en donde la gente entraba y salía del pequeño edificio, el hombre le hizo señas para que volviera a bajar. Ella subió, entró y se apoyó en la puerta; y en esa paz que uno encuentra al llegar, rompió el silencio con una carcajada porque quien había subido era su ego.
Se dirigió entonces hacia la cocina y dejó caer el corcho de un vino que estaba abierto desde hacía algunas noches, se sirvió y lo degustó animadamente.
Hacía un tiempo que la soledad era un pasatiempo en su vida, se amoldaba a ella y, seguramente, estaba dando el salto para ponerse de acuerdo con su ánima: vencer vicios hasta encontrar respuestas a enigmas personales.

No era que el tipo no le atrajera. Mientras hacía girar el brebaje para airearlo, miraba los arcos que se hacían en el vidrio de la copa, pudiendo observar el cuerpo de aquel tintillo. Se plantó en la situación: se imaginó que podría llegar al revolcón, sabiendo que el sexo - cuando uno se encuentra solo - es una buena opción para la distracción de alguna noche… Se propuso seguir con aquel juego y enfocó sus pensamientos en la vida de ese hombre.

Él entrenaba en algún lado; ¿vida marital?: aburrida y monótona; luces apagadas a las nueve de la noche; una mujer enojada con la vida y con las mujeres lindas.
Pero el asedio continuaba de manera tal que a ella le empezó a gustar la situación. La observaba desde el balcón, noches en las que ella llegaba de sus partidos de squash, hasta que la esperó en el estacionamiento; impaciente, nervioso. Con la voz temblequeando, le dijo: -Esperá, necesito tu celular.
- Ahora no… -dijo ella, escabulléndose por la escalera–
- ¿Cómo que no? Dame una forma para contactarme con vos…
- Bueno – dijo, desorientada – dejame tu número en el pedal de mi bicicleta.

Antes de que se escurriera por la curva de aquella escalera, la tomó salvajemente y la besó, toqueteándole las nalgas. Le susurró al oído: “Llamame”.

Esa madrugada le mandó un mensaje que decía: “Agendado”; y la respuesta fue: “Te llamo mañana”. Se sentía rara, sin embargo, ya había accedido a aquel solaz y aceptaba el reto.
Sucesivos mensajes caían a su buzón, llamados perdidos hasta que, llegada la tarde, atendió. El acoso era eminente. Quedaron en encontrarse en alguna estación. Cuando ella bajó del tren, divisó el auto de vidrios negros en una esquina y fueron al motel más cercano.
-Habitación 21 - dijo la muchacha de la recepción.
Cuando entraron a ese pequeño cuarto, él dijo: -Cuando termine con vos, llegaré a casa, duermo unas horas y me tomo el palo-. ¿Qué le importaba a ella eso en ese momento? Tuvieron buen sexo, nada glorioso ni penoso. Días después, él le envió un mensaje que decía:
“Buen día. ¿Qué es lo que te debo y cómo debo pagarlo?” No podía creerlo. No contestó. Siguió insistiendo, y como la adrenalina se había disipado y la falta de seducción y tacto de este hombre empapaban su presente, aceptó verlo para frenar este desliz. Enseguida, éste quiso hacerla pasar a su casa; ella se negó y terminaron discutiendo en el auto. De manera incomprensible, el tipo se demostró irascible, desquiciado, y enojado simplemente por un “no”, dijo:
- ¿Por qué me estás boludeando? -.

Al bajar, ella sonrió, cerró la puerta y le dijo que reflexionara sobre quién boludeaba a quién. Aró las ruedas generando un torbellino con las hojas mojadas del otoño presente y desapareció por el empedrado.

1 comentario:

  1. Me gusta la historia, está bien narrada y tiene suspenso.

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