lunes, 23 de mayo de 2011

Mi ex es una perra, Tomás Idao Gesel

Es incomprensible que haya personas que se quieran seguir expresando por medio de la escritura, cuando todos “vemos bien” y lo comprendió muy correctamente el Licenciado Marrano, que ya a nadie le interesa leer. Hoy lo que gana es la imagen, el salto al vacío del hombre araña, las tetas de Katy Perry o Berry. Hace tiempo creo, el arte de escribir es masturbatorio, no es que no me clave una buena paja día por medio, pero ¿alguien se imagina que el cine llegue a un punto en que sólo vean películas los directores y los camarógrafos? Para qué insistir. Hoy, cada vez que tengo ganas de tomar papel y escribir (me pregunto si a alguien pueda interesarle lo que diga un escritor o, mejor dicho, un gil que tiene esa inclinación perniciosa) me pongo a trabajar de manera mecánica, si no me puedo distraer, entonces me tomo un litro de vino, o unos vasos de whisky, y ahí nada me reprime, pero me quedo bien dormido. Escribir apesta, maldita la hora que una chica, no se si en el secundario, se fijó en mí por estar escribiendo algún horroroso cuento. Maldita la represión. Te odio Cezary, participo de esto para decirte como me arruinó la vida la literatura, me destruyó. Ahora, no me rindo al acoso de las letras.

Una vez soñé que un árabe me cortaba el cráneo en dos con un movimiento violento de su cimitarra, el chorro de sangre que me brotaba estaba compuesto por diminutas letras que formaban una novela, o no eran nada. ¿Conocés algún escultor capaz de captar la imagen? En mármol me gustaría. Desde el 2007 prometí no volver a escribir nunca más. No lo hice. Mi vida floreció, estoy esperando un hijo, ya lo sabés, y bueno, los negocios marchan más o menos, pero tengo una linda vida. Si me dan la dirección del reducto 23 les voy a tirar una granada. Es un juego perverso perpetuar la escritura cuando nos ponemos grandes, es exponerse a la carcajada y granjearse el descontento familiar y social. A veces me imagino pisando los 50 años, o 60, y no hay plazo que no se cumpla, ya libre teóricamente de las presiones sociales obvias, sentarme a escribir, como esas minas que cuando se ponen viejas le da por la escritura y se sienten de lo más capaces porque en la oficina donde trabajaron 30 años tipeaban datos, qué demonios, cómo me cuesta mantener coherencia en los párrafos. Pero se entiende el punto, a los 60 años no voy a poder redactar ni una mierda como las de José Ingenieros. Quiero fluir hacia la libertad, no escribir más. La literatura es una ex novia.

3 comentarios:

  1. Jajajaja! No sabes cuánto puede arruinarte aún este intangible vicio de la literatura. Lo bueno es que puedes mezclarla con whisky sin que por ahora te produzca los efectos colaterales que tenemos varios que llevamos años tratando de salir (o entrar, siempre depende de la perspectiva)de esto. Y lo bueno de ser intangible es que vas llegando a los 50 y la vida comienza again, again, again...la metáfora tiene también algo de alquimia y de eternidad...Me gustó la historia!

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  2. me gusta el formato de carta. Si alguien no pretende ser salvado, tampoco puede ser arruinado, ni siquiera por las ex-novias, que por supuesto, siempre son perras ... :)

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  3. Me gustó, un poquito agresivo, bien como está ahora el Universo. También encuentro favorable la redacción desde la carta. Saludos,

    Terete

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