sábado, 23 de abril de 2011

Las Tierras Baldías, Frank

El sol. El sol resplandecía con una furia incansable en mis ojos, con una furia cegadora que nunca antes había experimentado. Era lógico cuando era la primera vez en mi vida que veía el sol. Había escuchado muchas historias acerca de él cuando era niño, cuando los adultos del refugio nos interrumpían el juego a los infantes para acosarnos con sus historias interminables, acoso que aprendí a ver como una enseñanza con el pasar de los años. Historias sobre el sol, historias sobre lo verde que fue la tierra antes de la gran guerra, historias sobre ciudades al aire libre. Pero todo había cambiado, ya nada era lo mismo. Y ahí me encontraba yo, parado, enfrentando al sol por primera vez en mi vida.
Dejé fluir una carcajada insulsa, falsa, sin alma… un intento patético de atosigar el pánico que me corroía por dentro.
Me era inevitable preguntarme por qué me habían elegido a mí para salvar el destino del refugio. ¿Por qué a mí, un joven de apenas diecisiete años, sin experiencia, sin habilidades de combate ni supervivencia? Todavía estaba fresca en mi memoria la voz incomprensible y metálica que manaba del intercom en la cabecera de mi cama.

- ¡Felicidades, habitante número 726 del Refugio 101! ¡Has sido seleccionado para ser nuestro salvador! El chip purificador de agua de la bomba de agua subterránea, cortesía de Vault-Tek, se ha descompuesto. Lamentablemente en nuestras bodegas no contamos con un reemplazo. Luego de un extenso y riguroso examen de los 1.085 habitantes del Refugio 101, hemos llegado a la conclusión de que tú, habitante número 726, eres el más indicado para salir a la superficie en busca de un reemplazo para nuestro chip purificador de agua de la bomba de agua subterránea, cortesía de Vault-Tek.

La voz metálica, que no tardé en distinguir que provenía de una grabación preensamblada por la computadora central del refugio, cesó inmediatamente después de reproducir el mensaje. Me levanté de un salto de la cama, esperando despertar de un mal sueño… pero era inevitable, ya estaba despierto. No podía contener mi terror: iban a mandarme fuera, a la superficie, donde ningún habitante del refugio había ido antes… y no tenía opción. Debía aceptar mi suerte o ser juzgado por alta traición.
Ahí estaba unas horas más tarde, enfundado en el uniforme reforzado de combate del refugio, empuñando una lustrosa pistola de calibre 10mm que jamás había sido disparada… enfrentándome a mi destino, a mi inevitable y pavoroso destino. Y el sol continuaba quemándome los ojos, produciendo una sensación en mí que nunca antes había experimentado.

2 comentarios:

  1. No sé si me recuerda a 1984, o a Un mundo feliz, esa es la cagada de haber leído sólo dos libros en mi vida, y encima apurado y en el colectivo. Para mí que sobra "El sol." al comienzo del texto. Dejo algunos puntos, y me guardo un poco para leer el último texto, en uno de los pocos lugares del universo en que "hay que tener cara" para acusarte de estar al pedo.

    ResponderEliminar
  2. La idea es buena, pero me remontó a algún episodio de Lost, y al personaje " Desmond", el irlandés, el "brother". Buen relato, pero a mi gusto le faltó un final más consistente. Saludos para Frank

    Terete

    ResponderEliminar