miércoles, 25 de mayo de 2011

Ventiluz, Irene Nunziata

En su mundo chiquitito, diminuto y cerrado, Xx tiene una sed que mata, el agua está sucia y el vaso manoseado, no entra ni un rayito de sol en su metro cuadrado, sólo un pequeño ventiluz que no aporta ni un resplandor. Duerme, incomprensible, duerme, sueña con colores y formas difusas, duerme, con los ojos cerrados , duerme. Xx presiente que hay un mundo ahí afuera, imagina la calle gastada y rota, la música desde los autos, las bocinas, la gente con bufanda, los colectivos, los taxistas puteando. Deja fluir su imaginación y no tiene fuerzas para salir del closet, se atormenta, se muerde, se ve en un espejo percudido, aprieta los dientes. Xx recuerda cuando vivía, cuando salían palabras de su boca como suspiros…que eran torpemente suplantados por una carcajada intrusa. Su juego consistía en aparentar que vivía, en manipular todo a su favor, su vida se había transformado en una mentira, en un mundo propio donde todo era efímero, banal, sin fondo ni forma. La botella de ginebra barata empezó a castigarla, da el salto al cambio, pero suicidándose solapadamente, sintiendo el vacío del aire helado en invierno, ese que te cala los huesos, ese que te duele, que te somete. Se sentía invisible en todos lados, era un espectro sin rumbo, un esqueleto raído, una muza del hambre y la sed. Para Xx la vida era una oficina neutra con jefes despiadados, los fines de semana eran depósitos de resacas, vicios y el acoso a cualquier hora a su dealer por si acaso necesitaba ayudar a su insomnio con cocaína.


Ahora permanece allí, en su dos por dos, en su infierno de colillas de cigarrillos, libros abiertos en cualquier capítulo, hay olor a encierro en su corazón, hay un perfume lejano que viene del ventiluz, que le recuerda cada mañana que allá en la vida hay alguien, que hay algo que la espera para salir y comenzar de nuevo vibrando con la intensidad de la transformación.

3 comentarios:

  1. Esta muy bueno el relato de Irene,refreja cierta tristeza.Me gustó me gustó.Saludos para ella.

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  2. El relato me gusto mucho Irene, me hizo trasladarme a ese cuarto que funciona como una cárcel creada por el mismo, un espacio para estar en ese mundo propio por miedo a salir, por estar tan disconforme y negativo. Elige el auto encierro para no enfrentar el mundo real o por considerar lo injusto que este fue con el. Pareciera que lo padece con cierto placer flagelador por el tema del lento dolor al que se somete, como que el siente que es un fantasma porque no se reconoce.No se si interprete la esencia de lo que creaste pero lo sentí así. Te felicito!

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  3. Me encanto tu relato Irene... me recuerda cierta persona muy cercana que conocí cierta vez y tambien XX o mas bien XL.
    Justo por estos días otoñales supe de él. Está asi, tal cual tu lo describes tan magistralmente con tus letras danzantes de siempre... y como lo dice el otro comentario de Sandra... el aroma que se huele entre las miles de colillas es de tristeza, yo le agregaría ¡Pura tristeza melancólica! y como da a enteder tu otra comentarista Pamela: por largo rato "cautivante" y hasta flagelante.
    Felicitaciones por tus producciones... Me suena extrordinarias!!

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